lunes, 25 de mayo de 2009

inteligencia

El fácil papel de oposición que le ha quedado a Figueroa ya lo quisieran muchos. El bialcalde Caballero, acosado desde Santiago, el Puerto y la Diputación, sólo puede esperar la llegada de la caballería desde algún ministerio, preferentemente gallego. Y eso que la Espinosa ya empieza a estar muy vista y ya casi es de la familia. Esperábamos que el Blanco le diera más juego, pero está visto que nada de nada. Estará empeñado en no hacer mucho el ridículo, suponemos.

El caso es que el Pp lo tiene fácil. Si no quema ni aburre con el tema de las obras puede sacarle mucho partido. Recordemos que las del Plan Zp tienen que terminar este año, pero los aparcamientos todavía pueden tadar un par de añitos, con el tráfico del centro atascado. En cualquier caso mucho no se deben de fiar de él en su partido cuando le mandan a López-Chaves a controlarle un poco. Cualquiera se tira un cuesco con un tío tan estirado al lado, con sus gafitas y ese aire de niño repipi. Por ejemplo, lo de la Carta Municipal no está mal pensado. No sabemos qué es eso, pero tampoco sabemos para qué sirve un Área Metropolitana y nos pasamos todo el día dando la tabarra con el tema. Además, con ese tema lo tienen fácil, porque el mismo Caballero juro y perjuró en campaña que era una carta más importante que la de los Reyes Magos y que él ya la tenía ensobrada.

Otra cosa que no vale de nada es lo de Provigo, así que no creemos que nadie lo eche de menos ni nadie quiera menearlo demasiado, teniendo en cuenta que fue la misma Corina quien se encargó de cargarse varias de sus funciones.

Luego están los clásicos, como los vecinos de Teis afectados por el Ave, que ya nadie sabe si tienen un morro que se lo pisan o es que la abuela gritando aquello de "mi casa, que me se la llevan y no tengo nada más" ya no cuela como antes. Obligarles a decidir si devuelven la pasta que se han gastado o se quedan con su casa no parece lo peor del mundo, por mucho que se empeñen en paralizar el funcionamiento de las instituciones democráticas.

Así que sólo queda algún plantón ocasional de vez en cuando. Por ejemplo, que el Caballero se empeña en que nada de bocatas de chorizo en los plenos, pues nos levantamos y nos llevamos nuestras propuestas, que para eso son nuestras. O que se empeña en que se hable del tema del día y nada del Celta ni de lo cachonda que está la hija de la Tocino ni de la pluma del Dorado, pues lo mismo. A recoger los bártulos y a chillar delante de un micrófono con lo mejor que lleva dentro el montaraz edil: "que mucho cuidadito conmigo", "que ese se va a enterar", "que el Font no tiene media ostia", "que la Abelairas parece una bruja de fea que es", "que el Olveira es un muermo que se duerme a la tercera copa". Como esto siga así de aburrido acabaremos echando de menos a la Corina.


- A que te comes esta polla, maricón.
- Joer, Figueroa, que sólo te he pedido fuego.
- Déjalo, hombre, ¿no ves que está encendido?

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