viernes, 13 de febrero de 2009

la educación

Si una persona decidiese que su hijo debe perder un brazo antes de ser curado porque el uso de materiales quirúrgicos ensucia el aura o le prohibiese lavarse los dientes por ser propio de burgueses prepotentes o le forzara a vestir siempre amarillo porque este color está en sintonía con las energías vitales de su espíritu, todos diríamos que está mal de la cabeza y que no merece la paternidad. Sin embargo, si decide que debe ser segregado de otros niños de diferente sexo o que debe recibir una educación específica incompatible con la racionalidad y las normas básicas de higiene moral y cívica que nos rigen a todos, lo aceptamos como un "derecho".

Es algo así como dormir en una almohada rellena de plumas de pato arrancadas cuando el pato aún está vivo o ejecutar a la gente por motivos políticos camino de la prisión. Son racionamientos que se me escapan y que me producen escalofríos cuando oigo cómo hay gente que los defiende.

2 comentarios:

Stultifer dijo...

Tu fotografía del sofá en el hospital ha causado furor. Saludos.

pablo gonzalez dijo...

prefiero pensar que es cosa del texto, por aquello de que la gente todavía lee.