viernes, 1 de agosto de 2008

motistas de vigo

Subo por la Gran Vía, por el tramo entre la plaza de América y la de España. Tengo que cambiar de carril para torcer a la izquierda. No pasa nada, el retrovisor y un rápido vistazo de reojo me aseguran que voy solo, que simplemente se ven a lo lejos tres motos. Una de ellas, un pizzero haciendo caballitos con su Vespino, haciendo eses por su carril y el casco puesto como el Tonecho. Otro motero es un yuppie en una Scooter, muy estirado sobre el manillar y un caso de jockey. El tercero es una de esas motocicletas más grandes que mi utilitario con un tío de bigote que parece sacado de un bar de leather. Las tres están muy lejos, así que procedo al cambio de carril justo a tiempo de casi matar al pizzero, que posa su rueda delantera para desacelerar lo justo y hacerme saber lo que piensa de mi familia, particularmente de mi madre. Yo también desacelero para dejarle pasar y encogerme en mi asiento. Debí calcular mal la distancia. Vuelvo al retrovisor antes de intentar otra vez la maniobra, justo cuando la moto del leather decide cambiar de carril antes que yo. Recuerdo de la autoescuela que la cosa del intermitente sólo sirve para avisar a los otros conductores pero no da preferencia, así que le dejo pasar no sin sentir como se bambolea mi cacharro, como si me adelantara un trailer borracho en Rande. La tercera moto ya hace rato que no la veo, así que doy por hecho que ha desaparecido. Efectivamente desapareció, pero de mi campo de visión. Con una precisión que sólo debe de usar para colocar tarjetas a ancianos, el yuppie se ha situado justo en mi punto ciego. Sólo puedo felicitarle antes del volantazo definitivo que me lleva hasta la rotonda de la plaza de España. Es cierto. Cuánto aligeran estos benechores del medio ambiente el tráfico.

Ya de las motos más grandes que mi coche aparcadas encima de la acera, obligándome a bajar a la calzada si no quiero que mis hijos se achicharren con sus tubos de escape, o justo frente a una farola, o en doble fila sobre la misma acera, o de las que recorren 300 metros sobre la acera antes de salir justo en un cruce, o de las que se ponen detrás mía con cara de mala uva y el motor encendido porque no les dejo pasar mientras voy andando o de las que entienden que "zona peatonal" incluye a los peatones montados en su moto, no digo nada. Definitivamente, nunca seré un espíritu libre recorriendo las carreteras por la derecha de los otros automóviles.


En la imagen, un motorista reclamando su derecho a aparcar en la playa de Samil, mientras sus amigos detrás hace rato que dejaron de grabarle con el móvil.

7 comentarios:

paideleo dijo...

Hai que ter muito cuidado co eles que se lles fas algo inda por riba vas á cárcel.
Graciñas pola visita e o comentario.

dulaman dijo...

Como no hay que exagerar, lo dejaremos así: el 99,99% de los moteros son unos hijos de la gran puta.

Anónimo dijo...

la culpa es de la televisión. que obliguen al tonecho ese a ponerse bien el casco. que cuando uno es ídolo de multitudes tiene que cuidar más sus actos.

Unknown dijo...

vale, no son todos... pero yo me acojono cada día más, todos los días estoy a punto de darle a alguno, joder

Ana Pastor dijo...

Os olvidais de los representantes del circo, con sus piruetas, cuando rozan la carretera y saltan chispas, los del más dificil todavia en dirección contraria....
Ademáis todo son actuaciones al aire libre y en diferentes escenarios para todos lo públicos.

pablo gonzalez dijo...

e se nos vas a á cárcere, seguro que ainda habera quen te mire mal, paideleo.

Anxo, tes toda a razón. Moitas veces os líderes de opinión non miden as consecuencias dos seus actos. Mira o "simplemente di non" de Maradona.

Adastra, estadisticamente te acercas cada vez más. Recuerda, si conduces por Vigo cada cinco años te toca un accidente.

Anónimo dijo...

Eu non sei por onde empezaría, pero tamén colocaría na exenda acabar de unha vez con eses escapes de ciclomotor que fan máis ruido que un Airbus A300.