Estamos de enhorabuena en la ciudad. Será porque Adriana Vila y A.M. son becarias, más acostumbradas que sus ancianos compañeros de redacción al uso de internet, pero las dos han sorprendido en el Fallo de Vigo y en el Atlántico Diario a sendos reportajes de investigación más adecuados para un blog, de esos que se curran con ganas, que a los aburridos textos con los que nos suelen torturar a diario. La primera, en el diario decano, bucea por las guías de viaje internacionales para descubrir que probablemente quien las escribió no haya estado nunca en Vigo. Increible qué falta de profesionalidad, qué errores de bulto y cuánta ignorancia a la hora de reseñar nuestras cuestas. Si no fuera por lo que dicen del tráfico, podríamos pensar que ésta es la explicación más acertada. Porque pensar que el dinero destinado a la promoción de Vigo debiera de gastarse en algo que no fueran campañas de publicidad para los vehículos de Vitrasa o en diseñar una "imagen de ciudad", nada de nada.
Por su parte, el misterioso redactor del Atlántico ha preferido comprobar en persona qué pasa con el AVE en otras ciudades que no sean la suya. Desde luego tiene mérito el simple hecho de que un periodista local piense que más allá de Porriño existen otras civilizaciones tan interesantes como la suya, siempre inspiradas en la olívica, por supuesto, cuyos genéticos emprendedores sirven de aliciente a los 200 gijonenses que salieron a la calle para que les hagan lo mismo que aquí. Por supuesto, simpatizo con los del Atlántico, aunque sólo sea por diferenciar de manera tan correcta entre colectivos tan dispares al utlizar afirmaciones como "ni empresarios ni ciudadanos almerienses tienen fe en este paso".
Por supuesto el redactor no está a la altura del editorialista, que directamente reconoce la profunda estupidez de los visitantes no gallegos de la Isla de San Simón, "incapaces de hablar y de comprender" -el gallego-.
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