viernes, 23 de enero de 2009

un viernes

Llevamos varios días de lluvia, sin esperanza de que cambie a corto plazo. A fin de cuentas, nunca llovió que no escampara. Queda poco para que las setas empiecen a crecer en los almacenes, los viejos empiezan a dolerse de reuma y los pies resbalan cuando pasan por la puerta de las cafeterías. O sea, que llueve mucho. Y en medio de esta lluvia, el bialcalde Caballero continúa su frenética actividad por presentar proyectos nuevos y viejos como si fueran nuevos; el movimiento vecinal continúa su frenética actividad reivindicativa sin tener las imprescindibles referencias que le son negadas; el nuevo Bng empieza a ponerse frenético con el dinero de los "opresores" para sacar adelante sus proyectos, mientras que otros le son boicoteados, por pretender privatizar la asistencia pública; y las noticias sobre los viejos problemas cada vez son menos preocupantes.

Vamos, que en tiempos de crisis parece que sólo el Estado, la sociedad civil que lo alimenta, el pueblo, en definitiva, es quien para sacar adelante la situación. La empresa privada demuestra una vez más que sólo vale para ganar dinero, no para perderlo, convirtiendo así su dinámica en un enfermizo juego con un único resultado.

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