lunes, 12 de enero de 2009

las aguas partidas

Comienza la precampaña de la campaña electoral para las elecciones autonómicas. Antes aún se hacían las cosas con cierto disimulo y se solía esperar a que empezase la campaña en si misma, pero ahora ya no vale la cortesía política más allá de la prohibición de pedir el voto directamente.

Por una parte, Feijoó(2)oo9 sufre de amnesia más allá de los últimos cuatro años, lo que es muy conveniente. El proyectado y prometido hospital de Vigo esperó el sueño de los justos más de dieciseis años, oculto bajo la excusa de que aquí la sanidad funcionaba de maravilla, y apareciendo cuando el gobierno Fraga estaba más muerto que vivo. Y en cuatro años hay que terminarlo. Y así con todo. Poco puede defender el pobre Alberto más allá de pedirle permiso a Louzán para que le deje presentarse por Pontevedra a cambio de permitirle dar un golpe de tránsfuga en Mos. Podría contar cuáles son sus previsiones en la provincia vecina de Coruña o sus posibilidades de que Baltar le deje meter mano en las listas de Ourense.

Luego está Toriño, que se trae al Zapatero para disimular que si dijo tantas tonterías en la campaña anterior fue porque no se esperaba ganar. Ni Área Metropolitana (sea lo que sea que sea eso), ni nuevo Estatuto de Autonomía ni TVG ni Sogama normalizadas y con más temas pendientes que solucionados. Quizás en esta campaña sea más realista y reconozca de una vez que este país va a necesitar bastante más que cuatro años para empezar a funcionar.

Y, por supuesto, el King Tana, que se guardó el que su revolución tranquila se hacía a golpe de pasodobles y Tonechos, y que el "sentidiño" es lo que decían nuestras madres cuando les daba vergüenza decir el "ordeno y mando", más franco.

Y aquí en Vigo, pues a la espera. Caballero sabe que Olveira no sirve para nada más que para presumir de la dignidad de su cargo, contratando a peperos reciclados por falta de neuronas en su propio partido. Él sabe aprovechar su cargo aunque sólo sea porque el diablo sabe más por viejo que por gestor.



Si el faraón no me acepta la tabla sagrada,
le convierto el bastón de mando en una pitona que se va a enterar

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