lunes, 29 de diciembre de 2008

navidades

Desde el 24 por la noche ya estamos en Navidades, y así hasta el día 6 de enero. Si algo de bueno tiene la crisis es que este año no he notado desde octubre la presencia de mamarrachadas machacando su soniquete. Como pueden observar no soy especial amante de estas fechas; del calendario sólo me fijo en qué día de la semana cae el cumpleaños de mis seres queridos, total para olvidarme cuando llegan.

Del fin de año intento sacar siempre la conclusión de que el cambio de mes ha de significar el comienzo de nuevos proyectos y el final de los viejos. Más o menos como Touriño pero con intenciones reales.

En cuanto a la ciudad, continúa su ritmo cansino. Este año, con un puñado de inauguraciones para que Caballero pueda aparecer orgulloso en la misma prensa que dentro de seis meses le acusará de descuidar las obras nuevas. Las viejas iniciativas se han hecho ya a estas alturas aburridas, lo que hace un año aparecía imposible ahora hasta los más escépticos empiezan a creérselo, seguimos arrastrando los compromisos irrealizables del gobierno anterior de la Porro, y de los anteriores. Por lo menos, quizás las tonterías futuras como el funicular de Olveira, se puedan reconvertir en algo útil.

Y para acabar, más de las tonterías: la que fue una de las organizaciones más inteligentes y combativas de la ciudad sigue empeñada en perderse en chorradas parroquiales y las viejas polémicas para tuneros de Balaídos coletean agónicas.

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