martes, 18 de noviembre de 2008

congo

Por lo visto, el ordenador desde el que escribo y cualquier otro necesita de un material llamado coltán. Además también se utiliza para los móviles o para casi toda la cacharrería informática. El 80% del coltán se encuentra en las minas del Congo. Sería de suponer que, por lo tanto, este país fuera uno de los más ricos del mundo. O que tuviera una importante industria extractora que ayudara de manera decisiva a su economía, por lo menos. Pero el caso es que esto no es así. La esclavitud sigue siendo un modelo económico en este país. Y el colonialismo también, si es que por tal se entiende la explotación de los bienes naturales de un país por parte de otro, sin beneficio ninguno para el primero. Empresas belgas, holandesas y alemanas son las que compran este material. Buena parte de él, por ejemplo, va a parar a Kazajistán donde es convenientemente tratado. No sería capaz de encontrar una relación entre estos hechos y la actual masacre que está teniendo lugar allí ahora mismo. Es mucho más tranquilizador encontrar que estos negros, en cuanto les dejas una lanza, se ponen como locos. O que la hipocresía europea me impide sentirme culpable de los burros que matan gorilas.

En cualquier caso me tranquilizo pensando que hace años que no compro un teléfono móvil ni tengo ni Mp3 ni 4, que mi ordenador tiene más de seis años, que no deseo más velocidad en mi conexión a internet. Y como me intranquiliza pensar que tengo dos ordenadores, un teléfono móvil, que me gusta montar en avión y a veces pienso en comprar un coche de menos de diez años, en seguida me acuerdo que puedo denunciar la situación de los pobres negros gracias a estos fabulosos avances tecnológicos.

Mi ordenador me da tanto y pide tan poco a cambio

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